Martín y sus expectativas
«¿Quieres saber cuál es mi secreto? No me importa lo que ocurra.»
Jiddu Krishnamurti
Las expectativas a tu favor
Hijo único, inquieto, alto, imponente. Antes de cumplir los quince, Martin fue seleccionado para competir en el campeonato nacional juvenil de ski y el triunfo estaba casi asegurado –pensaban él y sus cercanos- porque sus habilidades sobresalían notablemente entre los demás esquiadores. Las expectativas eran las más altas y ya habían planeado con su padre vender sus tierras para poder financiar el entrenamiento en uno de los centros para deportistas olímpicos que quedaba en la frontera. Esperaban recuperarlas con los ingresos del muchacho cuando fuera campeón del mundo.
Si pudiésemos definir en una palabra el estado de Martin, esa sería “expectante”. El y su entorno tenían claras expectativas en torno a lo que podría ocurrir y ya habían hecho planes basados en el resultado satisfactorio para el joven deportista.
Las expectativas son suposiciones de cara al futuro, anticipaciones basadas en aspectos subjetivos y objetivos. También son creencias personales sobre los sucesos que pueden ocurrir o no. Pueden ser motivadoras y alentadoras a la hora de impulsarte a alcanzar tus objetivos, pueden ser esa luz que te guía y que te inspira a tomar acción a partir de lo que se espera como recompensa.
La recompensa que auguraba un entrenamiento intensivo motivaba todos los días de Martin. Su padre había sido también una promesa deportiva y alentaba a su hijo a conseguir lo que él no había logrado por falta de financiamiento. El adolescente comenzó a intensificar sus prácticas y una semana antes de la competencia oficial sufrió un accidente en una de las tantas bajadas de calentamiento. La lesión en su pierna era tal que ya no le permitiría competir profesionalmente. De esta manera, el capítulo del sufrimiento y la frustración se escribieron temprano en la vida de Martin.
Así como motivadoras, las expectativas también pueden ser alienantes, bloqueantes, incapacitantes, cuando pones todas las fichas y esperanzas en ellas. Te limitan cuando, no cumplidas, te exponen fácilmente a la desilusión y a la rabia e influyen en tu calidad de vida y en tus relaciones.
En el momento en que se quiebran las expectativas se disparan las emociones y se devela lo que hay dentro tuyo. Tal como cuando se exprime una naranja sale jugo de naranja, así pasa con estos sucesos remecedores: muestran de lo que estás lleno.
Puedes vivirlos desde la no aceptación del fracaso, la frustración limitante, las conductas agresivas hacia ti mismo o a terceros, o desde una experienciación constructiva, no exenta de dolor pero con una mirada de posibilidades.
Cualquier situación de la vida puede disparar en ti estas intensidades y vas así descubriendo donde sangra la herida. Cuántas veces has vivido como una tragedia un atascamiento vehicular que te impide llegar a la hora que esperabas al trabajo se puede vivir como la peor tragedia. La ansiedad te gana, estás en el futuro, te concentras más en las expectativas y descuidas el camino que vas haciendo.
El aprendizaje
“Lo que nos une es que ambos hayamos bajado el listón en nuestras expectativas de la vida”.
Orhan Pamuk
Martín estuvo un mes sin hablar con nadie mientras convalecía en el hospital. No reprimió las emociones que vinieron por la expectativa no alcanzada. Decepción, desilusión, frustración, culpa. La historia de su padre hizo más intensas estas emociones.
Pero su madre también había aportado lo suyo. Antes de morir, luego de una larga enfermedad y cuando el niño aún no entraba a la primaria, le escribió innumerables cartas. Fue su manera de estar presente en el crecimiento de su hijo. “Mira de frente a ese asunto difícil y pregúntale; ¿qué me quieres enseñar?”, decía una de las frases maternas favoritas de Martin. Ella lo había entrenado en la resiliencia y él no tardó en aprender la lección de la gratitud por cada experiencia vivida.
Ese era el “jugo” de Martin, de eso estaba lleno; de agradecimiento, de disfrute del recorrido, de atención al presente, de tomar conciencia de cada logro. El desafío era fundar su mirada desde expectativas realistas e inspiradoras y ponerlas a su favor, aceptando que la vida puede traer caminos insospechados.
Cada persona está expuesta a expectativas de determinada característica conforme a las creencias y condicionamientos acumulados en su experiencia de vida y acorde incluso a sus programas ancestrales. La madurez del individuo, sus valores, cultura e incluso su salud física y mental en general, aparecen a jugar su papel también en estas circunstancias. Además, los sucesos locales o mundiales suelen modificar o cambiar tus expectativas. Con seguridad, ya los has experimentado.
Todo esto hay detrás de una expectativa, pero su esencia sigue relacionada con lo que traes contigo. Depende de ti correr estos velos y poner en la palestra los juicios, los “debería ser”, las exigencias y presiones del exterior. Abrirte a lo que la vida te propone con gratitud, amor y entusiasmo para decidir desde el presente y no desde el pasado condicionante.
Confianza
Sabía desde siempre que algún día pasaría el día en las montañas codeándose con la naturaleza de las alturas y mostrándola a los demás. Lo tuvo más claro aun cuando, imprevista y solitariamente, murió su padre en una de sus tantas expediciones “para tocar el cielo”, como le llamaba a sus incursiones a caballo por las desafiantes laderas de Los Andes.
Eran sus intensos dieciocho y ya visualizaba ese refugio de montaña que construiría para que otros como su padre tuviesen para honrar ese espacio de acogida y disfrute.
Era más que un deseo, esperaba que sucediera y se entregó a ello, pero no como algo que se persigue porque no se tiene, sino como quien tiene la confianza que respondiendo a la vida el camino se va mostrando como una alfombra que se extiende al ritmo de tus pasos.
Llevado a la vida
Para Martin como para cualquier persona, tener expectativas es parte del día a día. Las expectativas permean todos los ámbitos de la vida y están presentes como el aire en la existencia de cada cual.
El temor a lo desconocido y la incertidumbre es innato y empuja a generar expectativas.
Toma un respiro y, sin ir más lejos, recuerda cómo imaginaste el día de hoy y cuántas cosas no salieron como lo esperabas. Da otro paso y rememora cómo imaginaste tu relación de pareja, tu vida laboral, tu papel de padre/madre…
En esta primera aproximación, seguro puedes atisbar la importancia del papel que juegan las expectativas en tu vida. Tu grado de sufrimiento y victimización suele ser un buen indicador. ¿Qué pasaría si no esperaras nada ni de situaciones ni de personas?
Las expectativas son de cosecha propia, son individuales, y por eso regalan información valiosísima sobre cada uno, cada persona es única, por eso un viaje indagatorio por ellas es un camino de crecimiento personal.
La invitación es a viajar por el mundo de las expectativas y descubrir qué te quieren decir. Decídete a dar el primer paso y sumérgete en el enfoque holístico que te ofrece el libro «El Expectante», que ha sido fruto de la experiencia que hemos ganado con las personas que han pasado por nuestros cursos y talleres estos últimos años.
Si estás leyéndonos es porque estás ávido por tener otras miradas de tu cotidianeidad, por hacer nuevo caminos y alcanzar esos desafíos que te has propuesto en los distintos ámbitos de tu vida. Elige sorprenderte, descubre tus dones y talentos innatos y descubre todo lo que puedes lograr con nuestro Programa de Desarrollo Personal, o en nuestra Lectura de Diseño Humano.